He temido mis horas en tu mirada
y aunque lo he sentido venir tantas veces
nunca ha estado tan cerca de soplarme
arrastrándome a caricias ciegas infinitas
como usurpando las líneas de una mano.
Tus ataques frustrados hacen mella sin querer
como si eso fuera lograr vida
y mis defensas se recogieran antes de que vuelva a sentir
una hecatombe en el estómago,
pero se sueltan cuando diseñas palabras que sonríen.
Destapándote, desinflado descubres que no estás solo
y entonces me encuentro a mí misma
donde la poesía vuelve antes de comenzar a hablar
agujereando a su vez puntos negros
que todavía sepan saltar al vacío.
La metáfora exacta no existe en mis ojos,
a no ser que haya algo que le dé el carácter;
ese punto en concreto que hace
que no haya tardado tanto.
JARTUM
-
Me siento en el banco desde donde se ve el mar.
Lo especial, sin embargo,
no es el inmenso charco de agua azul,
azul como el amor de la infancia.
L...
Hace 9 horas