28 septiembre, 2011

Barcos de papel


No sabes que para mí los restos de todo lo demás
penetran hondo sin saber que hay un hueco extrañamente golpeado,
es perturbador sentir ardor cuando algo toca tu nombre
aún sabiendo que hoy estarás aquí, calándome los huesos.

Puedo perdonarme mis pares de silencios al escribir
y pararme despacio como el recorrido de un caracol.
Saberte a más y dejarnos a menos
con las solapas de nuestros trajes
que se llevan algún susurro de antes mal querido,
pero no puedo evitar sentir esta estúpida sensación
de miedo a perder, de corromper trivialidades;
de sentimiento, de furia ofensiva.

Pero no me olvido de que las risas nos cuentan historias de miedo
Frente a frente, labio con labio
para convertirnos en incrédulos y saber que nunca va a pasar.

Porque perderte sería como mirarnos en barcos de papel
que se inundan buscando un ápice de miedo en nuestro reflejo,
porque mis sonrisas no serían tan verdaderas si no les haces cosquillas;
porque un día me dijiste que nunca era de más
querernos, querer, seguir queriendo.

Porque sin ti nada es tan importante
que sentir que ya no habrá pares de silencio
si no tres, cuatro, cinco …

15 marzo, 2011

Le mime



Hoy no sé que te debo
pero he debido pasarme de tiempo
soltando bocanadas de alivio en tu espalda
mientras soltaba tu mano
y me disponía a decirte adiós.

¿Recuerdas cómo dolían las medias sonrisas?
Eran bofetadas de cortesías,
unos ojos enrojecidos con lágrimas retenidas.
Una lluvia con un sol radiante,
unas manos abandonadas extendidas
y un sentimiento a punto de ponerse en off.

Estoy aquí,
y siempre he estado detrás de esta palidez alegre
sin saber muy bien qué decir
porque el hueco de estar a un lado (a tu lado) se llenaba de soledades.

¿Me entiendes?
Claro que no.

Por eso,
rompernos sólo una vez
fue suficiente para estrechar las medias sonrisas
y conseguir una tregua de mimos
que al volverse a ver no se escuchaba nada.

Ahora,
A pesar de todo es diferente,
Madrid se vuelca en las calles
y me brinda otra casualidad.

¿Sabes por qué?
Porque tengo la tez pálida con una enorme sonrisa en la mano
que me hace cosquillas en el ombligo
y ya no suena el hueco vacío de los lados.