El mundo sin ti a veces es un paracaídas sin paisaje para aterrizar, una mueca descolgada, un verano de sudores fríos, una muñeca rusa que se ríe de mí al destaparla, un enfado descomunal. Un yo sin nombre.
Contigo siempre está la ventaja de salir corriendo y esconder los gramos de risas que me dejas entre un sí y un no. De destapar mi maleta de viaje, encontrarte donde siempre como si fueras la única sombra de la noche porque siempre es de noche cuando me miras.
Las ventajas son tus formas que se desencajan y encajonan nuestros dedos donde se para nuestro tiempo mientras te hablan mis te quieros que saldrán en algún susurro acostada en tu espalda.
Sin embargo, el frío me sigue escribiendo que mi mundo sin ti huele como a cigarrillo apagado, como si me lo hubieran aplastado en las narices.
¿Sabes lo que quiero decir?
Que te quiero mientras intentas hacer pompas de chicle sólo porque yo me empeñé.
Entonces, no sé como apartar los ojos de los tuyos sin que se me clave una astilla en el cuello y dejar de pensar en todas las noches sin ti en las que hace viento y
Cuéntame lo que te cuesta soportarme la mirada que yo te hablaré del vértigo que supone escalar por tu garganta. Puedo hacerme la cabeza un nudo y entonces se estrecharían todas esas cosas tuyas que cuelgan cada día y tiran de mí como si fuera la goma gastada de un tirachinas. Pero cuesta tanto abandonar esa tibia tirantez en la que la incertidumbre de caer o no caer me mantiene viva.
Te quiero. Es la primera vez que lo acepto porque sé que no aguantaremos el peso de los reproches (los míos), de las distancia de los minutos (los tuyos) y son tantas veces que lo he escuchado en mi cabeza que se me había olvidado que lo pensé ayer, esta mañana, hace cinco minutos mientras escribía esta especie de poema, mientras escuchaba tu voz que me suspende en el aire como si cayera en paracaídas aunque no sepa lo que significa.
Te quiero sin querer porque hace tiempo me dejé de engañar y sé que dejarnos caer nos matará de golpe como pensarte bajo mi sombra escribiéndote éste poema después de tantos meses.
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Hace 14 años
Dicen que sonríes en la soledad y que de noche hablas a escondidas, que cantas y bailas con los espejos esperando alguna respuesta del tiempo. Dicen, dicen, pero tú no dices nada. De tanto callar, tú ya no dices nada. DELUXE.
Sin ser, me vuelvo duro como una roca si no puedo acercarme ni oír los versos que me dicta esa boca. Y ahora que ya no hay nada, ni dar la parte de dar que a mí me toca, por eso no he dejado de andar. Extremoduro
DISCIPLINA SECRETA
La casa como barco en alta mar de junio.
Las calles como trenes de noche sosegada.
Estas cosas no pasan en el mundo.
Estoy por afirmar que ahora vivo en un libro de poemas.
Pero si tú me miras, decidida a existir desde el fondo templado de tus ojos, también existe el mundo.
Y muy probablemente yo acabaré por existir contigo.