Mientras las cárceles se deshacen con ácido en vena, las ojeadas se esparcen en mitad de un callejón con las aceras más limpias que antes de ayer y sin cubos de basura repletos de mentiras y barro de engaño.
No me muerden detrás del cuello sosteniéndome en un montón de hierro viejo. No hemos tenido ni tiempo ni venganza para acabar con los cabos sueltos de una mañana fría y de una noche de verano, anclada a un libro negro pegado a la espalda.
Ahora sigue sonando la misma canción de hace dos años, pero del revés, y sin llanto anegado debajo de la almohada.
Y sigues ahí hasta cuando los retazos de mi memoria se disuelven y vuelven a no creer en nada, siquiera en mí, ni en los besos que nunca me has dado pero que siempre tuve demasiado cerca.
Tal vez suene el despertador como cada día y me levante pensando que todo va a ser un único espejismo sin salida, pero ha llegado demasiado tarde y la memoria en una mano suele ser menos frágil que si me cortas lo único que tengo.
Mientras mi afonía pliega acordes en los pasos que marcas cuando me limitas, el frío me encoge de hombros.
Y espero donde siempre engañando al frente entre unas baldosas obscuras de una sin razón anciana, recogiendo las horas como sobras ahuyentando lo de hace tiempo, ya no hiere.
Tu espalda me insinúa como luces de neón en una puerta sin salida de emergencia cobrándome peaje al por menor sin fragmentos de órganos en la cama.
Mi estática sonrisa echa de menos todas las noches que el reloj marca las tres y echa de más cada mañana que llego tarde, uno solo y sin prisa sin mezclarte en el café.
Me prolongas por tu recorrido de carretera para alcanzar lo que quiero andando tras la fantasía que carcome por mis ojos, mientras, yo te sigo por palabras.
Y es que no estamos hechos de porcelana para seguir bebiendo de esta copa que está tan fría recordando algo más que un ensayo.
Mientras mi afonía pliega acordes dejo hundirse letras en el tintero donde el frío me encoge de hombros pero te miro de frente y no es tan malo, es un riesgo que da la cara.
Te ofrezco cien hojas consumidas por el humo para que no juegue el enfado y nos baile en los huesos el aire y me reste.
Porque se cuece el invierno en los golpes de mis rodillas, por cogernos el suelo saltando, por doblarlas tantas veces impares.
Necesito de nada para desfigurar mis días tostados que son tus noches sin mermelada en la cubierta; no derrames de cerca dos besos por una mentira porque los desayunos en tus ojos no tienen aroma plantados en una maceta con un aviso entre las hojas.
“A medio lamento mañana no estaremos fuertes”.
No entiendes, tendría que quedarme a vivir en el bolsillo de los restos mientras todo lo de ahí fuera sigue pronosticando que huele mal.
Donde tengo las de perder.
No me arrimo a ninguna orilla por las cosas que me debes.
-¿Qué haces? -Pensaba en ti. -¿No me habrás llamado para decirme esa estupidez?, no pierdas el tiempo. -¿Por qué eres tan dura conmigo? -Porque no quiero que hagas esto. -¿El qué? -Preguntarme, ni que me llames, ni pensar en mí. -¿Por qué no? -Ya sabes por qué -No, ¿por qué?
Me aprisionó un silencio desconcertado, deseando por primera vez que la llamada se cortara o que estallara el teléfono de repente.
-Lo que quiero es una respuesta. -Dijo insistiendo. -¿Sabes? tengo ganas de ver esa sonrisa, es el único lugar donde me dejas entrar.
Cabizbaja, recordé cuando me dijo que las verdades son medias sin carreras a lo largo de unas piernas bonitas.
-De una sonrisa no se puede querer. ¿Sabes por qué? -Espeté convencida de mi pregunta. -Porque tus labios no están hechos para morir en el intento. Porque no necesito depender de tipara sentirme querida, no tengo que regalarte lo que me falta, siquiera la falda, ni la lencería doblada todavía en el segundo cajón. Si así fuera te debería mucho más que tú a mí pero tú no te das cuenta. Seguramente me dirás que me quieres todos los días hasta que te convenzas de que es una palabra que pierde significado y te irás, haciendo hoyos bajo tierra.
Te llevarás la suma de mis maneras aún sabiendo que no puedo darlo todo, habrá despedidas en una puerta muda aunque se caiga el cuadro que está junto a la puerta y siquiera nos reconocerán nuestros ojos donde tantas noches me hablaban a oscuras. Entonces, ya no habrá escapatoria. Serás esa canción que no podré volver a sentir, escuchando una voz que dice “Let there be love” , serás ése otro al que le escriba más muertes, desórdenes y un fracaso más entre la tinta de unas hojas que probablemente acaben en el mismo lugar donde empezaron, en la basura.
-El único problema que tienes es… que eres una cobarde. -¿A qué viene eso? Si pretendes cabrearme… -Déjame hablar a mí, creo que tengo el mismo derecho a sublevarme. ¿No?
Me quitó la palabra con un talante que no había visto antes en él, se entre oía una sonrisa inhumanaen donde el después se convertiría en un lobo a punto de lanzarse contra mí para quitarme la razón a toda costa y el hecho de cortarme con firmeza hizo menguar mi seguridad.
-Tienes miedo a que se te erice la piel con un beso, a darlo todo sin darte apenas cuenta y sentir que no puedes estar mejor, el problema es que crees que las ilusiones son sacos rotos que se desmoronan con sólo una palmada en la espalda al minuto siguiente, crees que todo va a salir maly tienes pánico al fracaso cuando estás metida de lleno. Vas con pies de plomo observando lo que ocurre a tu alrededor, sin actuar. Siempre sales corriendo cuando estoy cerca. Siempre huyes de ti misma, cuando sabes de lo que eres capaz. ¿Me equivoco? Dime la verdad.
Me sentí por momentos como profanada por aquel tipo, pero para mi desgracia, tenía toda la razón.
-¿Piensas que porque te crees que me conoces, voy a darte una oportunidad? Las oportunidades cazan mariposas en una red de alambre y yo no voy a ser quién caiga en ésas redes, al menos, en las tuyas.
-Tal vez no te has dado cuenta, pero ya has caído. -Respondió con la misma seguridad de antes, como si la vida le fuera en ello. -¿Tú crees que es tan fácil? -Pregunté con la única voz que me permitían mis ojos, ensimismada, estaba a punto de romper a llorar. -Sólo creo lo que te niegas a admitir. -Entonces seguirás dando vueltas en balde. -¿Pero… me escribirás? -Me preguntó como si mencionarlo en mis letras significara una esperanza.
Pensé con la certeza de que si le dedicaba una sola letra del abecedario, tal vez se olvidaría en el cajón de la lencería, en el cenicero de los cigarros apagados o en algún libro con una flor seca enuna página de esas que prefiero guardar para el recuerdo.
-Nunca lo sabrás.
Colgué el teléfono en acto seguido y lo que no le dije es que siempre lo haría a escondidas.
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Hace 14 años
Dicen que sonríes en la soledad y que de noche hablas a escondidas, que cantas y bailas con los espejos esperando alguna respuesta del tiempo. Dicen, dicen, pero tú no dices nada. De tanto callar, tú ya no dices nada. DELUXE.
Sin ser, me vuelvo duro como una roca si no puedo acercarme ni oír los versos que me dicta esa boca. Y ahora que ya no hay nada, ni dar la parte de dar que a mí me toca, por eso no he dejado de andar. Extremoduro
DISCIPLINA SECRETA
La casa como barco en alta mar de junio.
Las calles como trenes de noche sosegada.
Estas cosas no pasan en el mundo.
Estoy por afirmar que ahora vivo en un libro de poemas.
Pero si tú me miras, decidida a existir desde el fondo templado de tus ojos, también existe el mundo.
Y muy probablemente yo acabaré por existir contigo.