11 octubre, 2008

Despedidas


Con la coartada a cuestas
me hundo al fondo del cenicero aún candente,
sustraigo accidentes de intervalos
y los incinero en las “calderas de Pedro Botero”.


Con la distante inscripción en pretérito imperfecto
se esnifa el mismo hedor,
el hoy del mañana, el hola del adiós
que me saben a las maltrechas palabras
de un mediodía hendido.


Las arrugas de los nudillos me susurran
que un día fuimos gigantescos,
que nos tomamos el mundo con las dos manos,
dejando en frente al toro corneado
con la franqueza sorda articulada como una Baby Doll.


Los espacios transitan por nuestro peso
recordando en círculos las sentencias discontinuas,
se echan la siesta bostezando la última hora,
caminan a hurtadillas las láminas mal colgadas en la pared,
el agua, haciendo la última reverencia,
las risas cerradas con alambre de hostilidad.


Pero cada vez se pone el sol a deshora,
lo miro con un efecto óptico lidiado
sabiendo que todo tiene un principio
y que nada tiene un final perfecto.


Las bienvenidas se llaman primaveray las tierras paupérrimas …
son los ojos de despedida de octubre.

2 comentario(s):

JR dijo...

un poema que arde...arden sus versos...arde dentro de mi.
es un placer Poeta, enhorabuena por el blog.
un abrazo.

Cristal Violeta dijo...

Tus poemas envuelven y atrapan, son como un laberinto de palabras bien situadas que hacen que uno se quede dentro y lo mejor de todo, que no quiera salir de allí.

Vas creciendo día a día ( miedo me da pensar cómo serán tus letras dentro de un tiempo)

Eres grande nena.

Muaaaaaaaaks