
Dos siluetas se encaraman
en el mismo sino descorchando
botes de cristal con los dientes.
Somos dos prófugas sin zapatos,
destapando el bizcocho de chocolate devorado,
yo huyo de él y sueño con todos, ella alterna en cada hombre de fin de semana
Encargamos los mismos errores de norte a sur,
busca un cuello caliente donde sosegar la cintura,
sus recuerdos y su muerte colgada hace tres años.
Hizo que mi vida se sujetara en la suya
en el momento que la miré por primera vez,
esbozada en una octavilla a carboncillo
con la vista impenetrable, buscando
a alguien que la reconociese con la mirada.
Yo asiento deambulando por rincones
observando a la gente y preguntándome
si puede ser él tras la cortina de misterio
el que me deje ver mi infancia en sus manos
y volver a besar en la mejilla al niño de siete años.
Somos irregulares
pero caemos al mismo compás,
sacamos las ruinas para adornarlas
y hacerlas más útiles a nuestros ojos.
Ella me enseña lo que no debo hacer.
Yo la invito a sentarnos
a vigilar los pájaros de noche.
Dedicado a mi amiga Sara que aunque no lo sepa, también la escribo.
1 comentario(s):
Siempre escribes versos geniales, por lo menos para mi gusto:
Yo la invito a sentarnos
a vigilar los pájaros de noche.
Un beso.
Gio.
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