22 julio, 2008

Noches azules


No recuerdo la vista
de mis manos
cubriendo mis miedos,
mis fríos y azules temores
en una mirilla
que traspasaba
la piel agrietada
de tanto golpear
lo que no se puede ocupar.



Admiré al cuerpo
extraño
que me robaba
el cielo, para dividirlo
en fingidos placeres
de coños azules,
donde en la luz de la noche
todos se vuelven ciegos.

19 julio, 2008

Agua, tierra, fuego y aire


En las ventanas se empaña el frío,
están apocadas porque no resuena lo que era
y sombrean un camino que no le hagan
perderse en otra vuelta.



Tiemblan,
como el poeta y su reloj de luna
esperando salvarse de la pobreza
de sus séquitos en aire de duendes
apuñalándoles en cada verso.


Te suelo escribir braceando bajo el agua
para olvidar a la vez.


Me sostengo
asida a la sangre remojada
sobre la que se alimenta el último buitre,
estremeciendo la carne
en un conmovido placer.


Se arrugan todos los domingos,
son una vieja taza de té
donde el penúltimo sorbo se marcha
cuando la novena gota desfila
en un barranco y el final
yace en la primera piedra.


Hoy finjo tendida en el techo
con una lámpara certeramente apedreada,
me sustraigo unos años mal bailados
y los arrojo al otro lado de la puerta,
el tipo los acosa y tortura
con retratos que ambiciona su designio.


Algo me desnuda a veces
al resonar la última cerilla en mi ombligo,
el recuerdo como enemigo,
un húmedo trayecto que deja al descubierto
el punto de estremecimiento.

Corrientes de tiempo


El lapso amordaza el turno sucedido
ahora llevará correas prensadas
atrayendo cerca venturas y miedo,
desviando la jornada en corrientes,
pasiones, desamores y fraudes,
crujido estridente que aprieta la sien
y le conduce al despego inclinado.

Instantes en que la noche adormece
silencioso, por poco mortecino
mira por catalejos una luz pálida y fría
que destruye el último sorbo
que se queda deslustrada en la taza de mi mano.

Sí, finalmente el tiempo fallece
mucho no nos dejó entre los dedos
no le dio épocas a dejarnos con ganas de hambre
pero aún nos queda algo de trecho entre los dientes,
una sórdida manada de visiones postradas.

Revocará el mañana en tiempos de ahora,
germinará con sonido estoico en nuestras camas
y será un plazo a pagar en cuotas de vida
dejando a su pesar minutos de dicha.

Pero … será otro cada día,
un amante cálido y frío
con lucidez atolondrada
degustando lentamente
el péndulo de la alborada.

17 julio, 2008

Camisa sin fuerza


El color de mi camisa
desgrava los tonos desabridos,
sucumben entre raptos diestros
y se adormecen en una maleta
que acopla caprichos de noche.



No puedo apasionarme
por una frágil tentación,
me adormecieron en un mal día
con veneno de agua rosada
y me encojo, cada vez,
cada instante en que
delatas a los botones con tus dedos.


Quisiera abastecer mi deseo
en palmeras rajando a cupido
y vengarme de las malditas flechas
que se clavaron por mitades traspuestas
entre tu aliento y mi lengua.


Una voz y una palabra
tocarían el minutero
que se colapsa en mi lado izquierdo,
pero ya lo sabes,
quisiera tapiar la pena de la camisa.


Suelo tramar alegres tristezas
y abrochar lo que me dejan.

16 julio, 2008

Alma de cicatriz


Me siento aquí de espaldas
a lo estrecho de una cicatriz enmarcada...
Cruzando escuálidos días de enero
escruto quién desnudó el corte aséptico
del soporte desvaído de la resonancia
en la parte interna de mi cuello con espinas.


Me mira de frente un espejo
ceñido a una de sus palabras,
relegándole me cubro en mil jirones
donde se franquean días demasiado caros
desde que los flechazos rehúsan
de una portada devorada con excesos.


Con los recuerdos que me antorchan
en una intriga suspendida por su espalda,
sucumbieron turbados los ensueños
que en algún tiempo se aventuraron
al caer en la presión de una daga
en el alma de una cicatriz hendida,
son suspiros ahogados de quiebras
en una puerta entornada.

13 julio, 2008

Alertas de savia


No suelo volar por caminos angostos
en donde los ojos se plagan de hostilidad
entre el claro oscuro de mi perspicacia
y sólo me acojo a ella cuando
me dan un paso con el recuerdo amargo y ocioso.

Los riesgos de la maraña
son faros apagados,
una flecha arrojada
a la costura desigual de mi falda
en el arqueo torpe
de unas extremidades que sujetan el roce.

El pase de salida se encarama
en el broche de mis zapatos
bajo el aliento de bosques centenarios,
ahora no puedo bloquear las andadas.

Si la vida me sonríe
por hacer trueques en el pasado
la besaría por el gesto
y diría que tengo miedo a la confusión,
a veces no sé si somos de carne y hueso
o arena y polvo en un punto y final.

11 julio, 2008

Romance negro



Se han olvidado en dejar en tu puerta un bocado mío,
por ello, déjame erguida en tumultos de piélago
no puedo beberte la vida por encargo de tus ensoñaciones
y se engancha el pánico en la tela de los volantes.


Se baten amenazadores barrotes sobre muros de espanto,
déjate en el pliego de una cuerda las sonrisas sordas
y ahórcalas de una vez
no dejes que yo las apriete primitivas,
que se te apaguen las orillas de mis candiles
aunque nunca estuvieron enfocadas
a perder la boca en un segundo sin ensordecer.


Ante mis barreras, ante todos,
el más revuelto es la noche endurecida
con el alarido de hiel descolorida.


Sentimientos abruptos goteando en las manos de un tipo
y otro viene a recoger lo que dejó de retales,
tengo mirada exánime y una sonrisa que se empalma
con el pacto de negrura de un paisaje deambulado.


No importa el engaño si se queda junto a su acera
descansando mientras yo le miro de reojo y decido marcharme,
no importa nadie más porque no consigo querer
sin recordar los añicos de tela que se comieron la tierra.


Pero sí la ira que recompone cada estela de pared
y me hace verle de nuevo con otra cara,
con otros olfatos y con otro rencor,
ávidos dientes sin tiempo todavía para amar.


Es una lucha entre la exasperante estación
donde quieren llegar sus océanos candentes
con la chispa vengativa de aquellos placeres
donde su fulgor puede destruir sus ganas de quererme.

08 julio, 2008

Ante la mentira



Se sobrecogen las ciegas verdades
que caben en un puño de arena,
sin átomos, sin color ocre
asaltando razones incorpóreas.

Se enlodan las servilletas
que se esconden sobre los muslos
escrutando alguna actitud
que se fue acomodando entre los pliegues
para entregar las piernas vacantes,
sin culpa, extendiéndolas exentas
enredándose en el traspié de su lengua.

En una cuarta hora le enseño
a no adulterar mentiras en su saliva
eludiendo hacia reencarnaciones abrigadas.

No tengo paciencia para analizar verdades
y ha girado para vivir entre bambalinas
un gato negro al auscultar carnavales.

06 julio, 2008

Las aceras de mi barrio



Las aceras de mi barrio
aguantan al sol de la mano
llevándonos a la última siesta de verano
sombreando pestañas de ojos cerrados.


Abrimos las cuencas para encerrar
la centella que late con corte
a ras del empedrado.


Con pálido reflejo,
se me olvida el tinte de color rosa
cuando se disparan preguntas retardadas,
si te he echado de menos
en marañas vírgenes
al cultivar una fragua con lamentos,
con mi boca atascada,
con tu vida en picado,
apenas se desentraña un retazo.


Siempre te susurraba,
si me quieres
pestañea más veces
y me retiro de nuevo.


Las aceras de mi barrio
aguantan al sol de la mano,
llevándonos al último verano
dorando pestañas de ojos cerrados.


Sólo fui un pedazo de mármol
mal esculpido en tu barrera de sonido;
el diseño, no fue como lo matizamos.

Flores caras


Despidiéndote he carcomido dos latidos
que se han desgarrado entre biombos
sobre baldosas de medio espejo,
las siluetas imperecederas se repudian
al encontrarnos frente a frente
pensando en como roernos, relevarnos,
envenenarnos y existir gallardos
en medio de neblinas
en una funesta sangre temprana.


Hemos odiado los cielos azules
que pisábamos en mitad de un cuadro
donde las rosas eran espinas,
los cardos, sollozos rotos
y tú y yo éramos sonrisa de nardo
entre los mohines de un payaso mofado.


Ha descargado el nublado sobre la mesa
y se han desembarazado las grietas timoratas
que entregamos en un vaso lleno de agua,
nos hemos ahogado o me lancé primero
para que supiera como sentir el frío en los huesos
hasta ver mis ojos cerrar y no volver a verte.


Despidiéndote he carcomido dos latidos
y noto lo que serían tres pulsados
de los agujeros de mi máquina expendedora,
me he anudado el conflicto en mis muñecas
y salgo huyendo, siempre,
para no entregar el cálculo exacto de la derrota.

05 julio, 2008

La otra cara


Bajo las vislumbres de la acequia
nos inventamos una abertura

donde verter los ratos fatigados
para juzgarnos menos viles,
más agudos y algo menos forzados.


Nos resbalamos por los lados
acordando arcaicas caídas
y pensamos mucho más
en el segundo de después.


Nos hemos quedado sin pulso
reviviendo octubre en el minuto cero
dejándonos las manos exentas de estorbos,
hemos caminado hacia arriba
tropezándonos con nosotros mismos
con el lapso del ayer pendiendo
de un incisivo suelto,
que se renovó hasta
no reconocernos hoy.


Ahora puedo decirlo,
cuando abro los ojos
y veo correr gotas de agua,
nos hemos lucrado de la vida
hipotecando una entrañas en calma
y caminamos con las botas puestas
para que nada nos torture.


Las partes intencionadas
nunca fueron inocentes
y los siniestros cabalgando
en nuestra cabeza
nunca desearán más
que otras botas de repuesto.

04 julio, 2008

La cúpula de cristal



La cúpula de cristal se ha gangrenado
como el murmullo doliente
de unos brazos mutilados
y hemos rajado al tiempo
en cataratas de nuestros dedos,
dedillos indelebles
vagando a pasos cortos
en las huellas diminutas
de un reloj de arena.

Es el sonido a hojas secas
pisadas por nuestras bocas
que sofocan cada gramo
de voz que se turba.



Apoyada en la contraventana
se asoma mi frente como si hubiera
un bálsamo allí fuera
y lo de dentro parece correr
a holocaustos que brotan
a borbotones de la cama,
miro a la calle
y hay niños con bufandas.



Mientras,
está todo sellado en masillas tostadas
como un genio vestido de caco
robando minutos de ventura.



Nuestra cáscara de cristal
está aborrecida de los tiempos
descompasados que concluyen
y no regresarán a su lugar
aunque oprimas con ganas los segundos.



Sin duda,
nos veremos en otras vistas
bostezaremos en otras manos
pasando el turno a nuevos letargos...

Tus ojos sobre cuadros
no matizados,
tus piernas desenfundadas
en aluviones hollados.

Boca roja

Salgo de casa con la intención
de romper la eternidad,
sólo encuentro en la escalera
un par de botellas vacías
donde decoré con tizas
los colores de una muñeca.

Manchas de grasa
en el suelo de la cocina,
no tengo ganas de limpiar
la ceniza de mi rendición.

Tiemblo con escabrosa inseguridad,
si las palomas pican en pan aguado
yo soy la corriente donde fue mojado
por no ser el afluente de causas perdidas.

Un bemol sostenido en mi cabeza
que toca la nota perfecta.

Como pensar ser la cuerda con dos nudos
si me creo el cuento de Blancanieves
donde me muerde la manzana envenenada
y el príncipe me quema con sus labios,
cómo reparar mi cueva enterrada
si aquella boca roja quiere atraparme.

Desayunos sin naranjas exprimidas,
distancias que se alargan en cada pestañeo,
ahogarme con el collar de perlas
y sentir que nada fue un sueño.

03 julio, 2008

En la boca del cigarro


Eres la boca de un cigarro,
yo soy su fogonazo
en mitad de un febrero
dejando erguidas las pavesas
con sus irritadas codicias tercas.

Siente inflamarse en cada
sospecha penetrada
vagas centellas con vejigas inflamadas
mientras se relegan los ceniceros
de la ceniza que abates desplomada.

Las llamas se cargan hacia un lado,
desertan su viva ansiedad
causada de tanta desgana
en el filo de tu boca de cigarro.

Se va derrochando todo,
como un beso en pleno verano
discutiendo por su terreno,
aunque las avenidas ya no cuesten nada
en el parquímetro de tu entrada.

Bajo las manos que sustentan filtraciones
bajo los vahos nocivos en mi boca
donde el amor se consume en sólo una calada,
se aprecian en tu boca de cigarro,
entre cenizas,
recelos y escamas.

Esto no es amor


Es inmutable cuando le abandona
en el sórdido reflejo de su respiración
que se va adentrando en él sin ser de él
por excusas que silban haciendo caso omiso
de las deslealtades de su propio ser.

Han hablado varios abriles
en lenguas extrañas
dentro de un alfabeto escéptico
en donde las vocales
saltaban por encima de la cama
buscando palabras para entrelazar,
él las ataba,
profanándolas sin afección.

No es la costumbre del desatino
lo que le lleva a desmembrarse del cuerpo
o un mal juego de palabras
en las que no acierta
o llegar a tener los labios secos
por el abatimiento.

Es la misma luz
que refleja colores muertos
en el tiempo que marca
indiferente a su rostro,
es la discrepancia entre sus impresiones
y cercanos horizontes de la cognición.

Ella sabe que es irrevocable,
lo sabe,
porque sólo juega con ella a oscuras
apagándola con la yema de los dedos
y la recoge en medio de solares
que la adoran y la infectan
con su aroma.

Memoria en una butaca

Yo te estaba esperando entre paseos cortos
más cerca del verano, más distante del invierno,
sentada en una butaca.

Nos volvemos ciegos en los retratos
y se aprietan fuerte los consuelos
en mitad de una estrofa caníbal
para que mis versos se coman mi memoria
donde yaces prisionero a la primera voz.

Al lado de un mal viento arrinconando
las hojas del ayer, se pierden
y una pluma se destinta
cuando cree ya fallecer
en sus márgenes anémicos.

Por desvíos de ojeadas ocultas,
bajo el filo de las impurezas
que se marchitan viejas,
se dan media vuelta,
solas se quedan.

Sentada en mi butaca
te sigo pensando,
pero cada vez...
es sólo un brío,

un respiro,

una escapada.

¿Cuántos ahogos pueden
quedar para olvidar?

Un suspiro, se va entre mis versos;
dos suspiros, se escapan por la turbación;
tres, se entrega con las manos en alto;
cuatro, me caigo.

Son mis desventajas
de adquirir materiales defectuosos.

02 julio, 2008

Mi sombrero de copa

Calle arriba
he debido de perder mi sombrero de copa
porque no me encuentro, ocurre raras veces,
apenas cuando salgo de la puerta de latón
se oyen mis pasos y a veces
es el sonido que abriga con glosas lo que duele
por demasiado frío en la calle.

El humo de mi voz
sube como una enredadera forzada
y nunca se detiene, sólo pasa,
igual que el ácido en vena,
igual que el amor platónico
que nunca se entrega
hasta que llego a recodar
que he perdido mi sombrero.


Él es furtivo donde escondo
mis pérdidas suicidas
y mis malas melodías.
En la esquina de la calle me pierdo a veces
para dar un abrazo a lo que no existe,
para estrechar la mano con mi cobardía
y conducir por habladurías
con un falso nombre
en el carril que se ocupa por mí
y escribir sobre ti de nuevo,
convirtiéndose…
en locura

Cuando llego a esa esquina
he llegado tarde pero…
repongo una sonrisa
y encuentro mi sombrero
custodiado en el lugar de siempre;
en la distancia 
de mi bolsillo derecho.

Estabas fingiendo





Estabas fingiendo
cuando las horas se ocultaban ciegas
y no recordaba la hora de llegada,
tú me decías que era raro
cuando el tiempo pasaba resuelto
y se nos iba el aire cálido en verano…

y recuerdo.

Fui niña en la correría
de mis días de inocencia,
pero se enfadó conmigo
cuando me resigné a no jugar con ella
porque le robé una pirueta de fresa.

Fui adolescente en el momento
donde las lenguas se embebían
de tus huellas dactilares
y fue cuando escupí a una carta de amor
al salir de noche, silenciada,
en la inopia de mi sombra.

Estabas fingiendo
cuando servías retozos salados,
yo adentraba mis dedos entre tu pelo
y se escuchen sórdidos
sinsabores recogerse
de la cremallera de mi bolso.




Tú te afirmabas zar de mis escamas,
saetas finas que se inyectan
en el patíbulo de la muerte,
de tu muerte y la mía
olvidándonos en el cruce de vuelta
y yo no conseguía separarme sin efecto
emulsionando la sazón con resabio.

La necedad quiso un lugar
para arroparse entre mis manos
y las halló repletas,
el amor muere
en la misma zona que asomaste,
se ha condenado víctima de tus ardides,
repliega su espalda con el dolor pinchado
como mi inocencia
flaca de poder tendida al sol.

Te llamaron amor


Te llamaron amor
porque vienes espinoso,
taciturno en cada vereda,
a veces afanoso
y otras fuera de tiempo.

Te nombran de boca en boca
y siempre te esperan
como inocentes víctimas
delatando crepúsculos
para terminar en sus apéndices
a otro tiempo sin más reproches.

Pero tú te mantienes
secreto a las horas,
clandestino en algún bar azorado,
perdido, no sé sabe en cual,
tomando a tragos largos.

Otro día será cuando deje su esencia,
un día como hoy, verano o invierno,
cualquier día es óptimo
para entregarnos a su trampa,
pero sin embargo esperamos,
todavía y siempre.

01 julio, 2008

Amor de tontos














Entre las carcasas de hielo
formando estalactitas
dentro está tu lánguido atisbo,
y en el aire que arrastra
un cuerpo indeleble
anidan pinceles coloreados indignando
al escombro del sino por el desaliento.


Tengo miedo que hagas agujas
de mi piel y las claves en tu corcho
junto a un par de poemas colgados,
y decirme que no pasa nada
cuando sientes estallar tu saña
entrando por tu nariz
hasta hacerse con tus neuronas,
me mientes y escondes añicos
de corazón en el centro de una manzana.

Tengo razones para no quererte
y tengo mil más para dejar a mi catarsis
bailar un tango en la comisura de tu boca,
no es mi sentimiento el que se queja
de la ausencia y dolor de tus dilemas,
es mi cuerpo el que no descansa
por el exilio que me desembocas.

Se han caído los esquemas de mi vida,
todo está detrás de tu sombra,
detrás de todo o de nada
y mis pies descalzos se funden en el asfalto
buscando el camino de vuelta.

El aire de cristal puede explotar
y parecemos extraños,
ahora no hay forma de mentir
en tu silencio habita el mío
y no podemos disimular.


Ahora estás aquí
y en tus brazos…
me he dormido.